¿Directores o coro de querubines?
Desde hace tiempo en ATINA BOMBEROS hemos estado manifestando nuestra preocupación por la actitud de los bomberos que conforman los Directorios y su responsabilidad frente a la marcha de las instituciones en que participan.
No pretendo ser muy latero frente a la reiteración sobre este tema, pero me parece que la falta de conciencia en la responsabilidad que asumen al tomar esa representatividad es muy peligrosa.
Una persona se integra a un directorio por diferentes intereses: Ayudar, proteger o administrar mejor sus propios intereses, figurar, resguardarse, tener poder, defender posiciones, voz de minorías, motivos económicos y quizás por cuantas otras razones, pero siempre con el común denominador de ser una decisión personal que le permitirá estar presente y hacer aportes en algo que verdaderamente le interesa.
Por el contrario, al que no le importa o le da lo mismo, o no tiene personalidad, no acepta participar en ningún directorio.
En una gran parte de las instituciones, los directores eligen al presidente y otros cargos diferenciadores dentro de la función del directorio y en otras no, por supuesto de acuerdo a sus estatutos y con el apoyo de los que entregan un poder para que los representen.
Pero lo que nunca he sabido es que en alguna parte se elija a un dios, perfecto e infalible. Lo más cercano que conozco es el cónclave cardenalicio, donde los príncipes de la Iglesia católica eligen al Papa, que gobernará hasta su muerte con la ayuda del Espíritu Santo y cuya palabra sólo en dogmas de fe será infalible.
Parece ser que los bomberos son los únicos que eligen un dios.
Por lo menos así lo sugiere el hecho que los demás directores se dedican sólo a alabarlo (frente a él) y decirle amén, cual coro de querubines y casi nadie se atreve o se interesa en discutirle o darle un modesto consejo, ya que frente a su infinita sabiduría sería una ofensa.
Entonces así se acatan con mayor o menor alegría sus decisiones y sanciones, por desproporcionadas que sean y que en algunas partes incluso se aceptan como inapelables aunque no se diga en los estatutos.
Como nadie se atreve a criticar o aportar opiniones frente a situaciones determinadas, o exigir que se cumplan los estatutos y reglamentos, se acrecienta el ego y el poder del supuesto dios, volviéndose más arrogante y personalista en su modo de actuar, que como pasa en muchas partes, algunas veces estira tanto la cuerda que al final la rompe, resultando un Recurso de Protección o un reclamo administrativo al Ministerio de Justicia en su contra, presentado por un bombero – para él desleal– que consideró que se había cometido una gran injusticia contra su persona y no tenía donde más recurrir.
Y así vamos metiendo más y más a la Justicia en nuestros asuntos. Nada más y nada menos que porque somos incapaces de exigir que se cumplan los estatutos y reglamentos que nosotros mismos nos hemos dado, o se mejore lo que no está bien.
Y el Directorio nada hará mientras el sabio que lo preside no lo decida e impulse.
La mayoría de los directores mira los acontecimientos que suceden en la institución como si estuvieran en un cine viendo una película, aceptando lo que se les muestra y olvidando que son actores o productores de ésta y donde DEBEN actuar como protagonistas.
Es muy preocupante como lo hemos insinuado o dicho claramente en ATINA BOMBEROS, que todavía la mayoría de los cuerpos no tengan establecidos en sus estatutos Consejos o Tribunales de Disciplina que den posibilidades de apelación y que sean formados por bomberos calificados e independientes de la Oficialidad General.
Este punto es importante y decimos independientes de la oficialidad general, porque en muchos cuerpos, varios de estos oficiales forman parte del consejo de disciplina, siendo claramente juez y parte sobre el acusado, ya que si los oficiales generales, evaluada la situación la consideran grave, solicitan al directorio que normalmente aprueba, que el acusado sea enjuiciado por el Consejo de Disciplina, en el fondo por ellos mismos.
Y en la mayoría de los cuerpos no hay defensor y no hay instancia de apelación.
Esto ha sido dicho y discutido por mucho tiempo y en varios fallos judiciales se ha mencionado esta situación, muchas veces rechazando los recursos para no romper la institucionalidad interna de los bomberos.
Pero lo malo de esto es que si bien nos complacemos porque se nos respete, no hacemos mucho para proporcionar nosotros mismos una mejor justicia a nuestros bomberos.
Hay que tener presente que lo que no esté debidamente reglamentado en estas corporaciones, se rige por el Código Civil, Título XXXIII del Libro Primero, del que sólo transcribimos algunos artículos:
Art. 550. La mayoría de los miembros de una corporación, que tengan según sus estatutos voto deliberativo, será considerada como una sala o reunión legal de la corporación entera.
No pretendo ser muy latero frente a la reiteración sobre este tema, pero me parece que la falta de conciencia en la responsabilidad que asumen al tomar esa representatividad es muy peligrosa.
Una persona se integra a un directorio por diferentes intereses: Ayudar, proteger o administrar mejor sus propios intereses, figurar, resguardarse, tener poder, defender posiciones, voz de minorías, motivos económicos y quizás por cuantas otras razones, pero siempre con el común denominador de ser una decisión personal que le permitirá estar presente y hacer aportes en algo que verdaderamente le interesa.
Por el contrario, al que no le importa o le da lo mismo, o no tiene personalidad, no acepta participar en ningún directorio.
En una gran parte de las instituciones, los directores eligen al presidente y otros cargos diferenciadores dentro de la función del directorio y en otras no, por supuesto de acuerdo a sus estatutos y con el apoyo de los que entregan un poder para que los representen.
Pero lo que nunca he sabido es que en alguna parte se elija a un dios, perfecto e infalible. Lo más cercano que conozco es el cónclave cardenalicio, donde los príncipes de la Iglesia católica eligen al Papa, que gobernará hasta su muerte con la ayuda del Espíritu Santo y cuya palabra sólo en dogmas de fe será infalible.
Parece ser que los bomberos son los únicos que eligen un dios.
Por lo menos así lo sugiere el hecho que los demás directores se dedican sólo a alabarlo (frente a él) y decirle amén, cual coro de querubines y casi nadie se atreve o se interesa en discutirle o darle un modesto consejo, ya que frente a su infinita sabiduría sería una ofensa.
Entonces así se acatan con mayor o menor alegría sus decisiones y sanciones, por desproporcionadas que sean y que en algunas partes incluso se aceptan como inapelables aunque no se diga en los estatutos.
Como nadie se atreve a criticar o aportar opiniones frente a situaciones determinadas, o exigir que se cumplan los estatutos y reglamentos, se acrecienta el ego y el poder del supuesto dios, volviéndose más arrogante y personalista en su modo de actuar, que como pasa en muchas partes, algunas veces estira tanto la cuerda que al final la rompe, resultando un Recurso de Protección o un reclamo administrativo al Ministerio de Justicia en su contra, presentado por un bombero – para él desleal– que consideró que se había cometido una gran injusticia contra su persona y no tenía donde más recurrir.
Y así vamos metiendo más y más a la Justicia en nuestros asuntos. Nada más y nada menos que porque somos incapaces de exigir que se cumplan los estatutos y reglamentos que nosotros mismos nos hemos dado, o se mejore lo que no está bien.
Y el Directorio nada hará mientras el sabio que lo preside no lo decida e impulse.
La mayoría de los directores mira los acontecimientos que suceden en la institución como si estuvieran en un cine viendo una película, aceptando lo que se les muestra y olvidando que son actores o productores de ésta y donde DEBEN actuar como protagonistas.
Es muy preocupante como lo hemos insinuado o dicho claramente en ATINA BOMBEROS, que todavía la mayoría de los cuerpos no tengan establecidos en sus estatutos Consejos o Tribunales de Disciplina que den posibilidades de apelación y que sean formados por bomberos calificados e independientes de la Oficialidad General.
Este punto es importante y decimos independientes de la oficialidad general, porque en muchos cuerpos, varios de estos oficiales forman parte del consejo de disciplina, siendo claramente juez y parte sobre el acusado, ya que si los oficiales generales, evaluada la situación la consideran grave, solicitan al directorio que normalmente aprueba, que el acusado sea enjuiciado por el Consejo de Disciplina, en el fondo por ellos mismos.
Y en la mayoría de los cuerpos no hay defensor y no hay instancia de apelación.
Esto ha sido dicho y discutido por mucho tiempo y en varios fallos judiciales se ha mencionado esta situación, muchas veces rechazando los recursos para no romper la institucionalidad interna de los bomberos.
Pero lo malo de esto es que si bien nos complacemos porque se nos respete, no hacemos mucho para proporcionar nosotros mismos una mejor justicia a nuestros bomberos.
Hay que tener presente que lo que no esté debidamente reglamentado en estas corporaciones, se rige por el Código Civil, Título XXXIII del Libro Primero, del que sólo transcribimos algunos artículos:
Art. 550. La mayoría de los miembros de una corporación, que tengan según sus estatutos voto deliberativo, será considerada como una sala o reunión legal de la corporación entera.
La voluntad de la mayoría de la sala es la voluntad de la corporación.
Todo lo cual se entiende sin perjuicio de las modificaciones que los estatutos de la corporación prescribieren a este respecto.
Art. 551. Las corporaciones son representadas por las personas a quienes la ley o las ordenanzas respectivas, o a falta de una y otras, un acuerdo de la corporación ha conferido este carácter.
Art. 552. Los actos del representante de la corporación, en cuanto no excedan de los límites del ministerio que se le ha confiado, son actos de la corporación; en cuanto excedan de estos límites, sólo obligan personalmente al representante.
Art. 553. Los estatutos de una corporación tienen fuerza obligatoria sobre toda ella, y sus miembros están obligados a obedecerlos bajo las penas que los mismos estatutos impongan.
Art. 554. Toda corporación tiene sobre sus miembros el derecho de policía correccional que sus estatutos le confieran, y ejercerán este derecho en conformidad a ellos.
Art. 555. Los delitos de fraude, dilapidación, y malversación de los fondos de la corporación, se castigarán con arreglo a sus estatutos, sin perjuicio de lo que dispongan sobre los mismos delitos las leyes comunes
Si entiendo bien, la totalidad de la corporación, osea todo el cuerpo de bomberos reunido, debería constituirse como segunda instancia de un Consejo de Disciplina.
Complicado lo encuentro, pero si fuera el camino en subsidio de tenerlo establecido en los estatutos...
Por diferentes razones estas correcciones a los reglamentos no se hacen con la urgencia que se debe y persisten los problemas, a pesar que entiendo que se dio un plazo para adecuarse y no se ha cumplido.
¿Y quién denuncia cuando los oficiales generales se exceden de sus límites, es decir de lo consignado en los estatutos y reglamentos?
Me parece que es una función absoluta del Directorio, que en el caso de los bomberos está conformado por los Oficiales Generales, (elegidos por TODOS los bomberos) y los directores de Compañía, (elegidos cada uno por sus propios bomberos)
Pero no se hace porque se espera que sea otro el que se atreva o se calla porque podría acarrearle la ira del jefe y las posteriores represalias, o porque sabe que “tiene ropa tendida” que podrían cobrarle si habla.
Por otro lado, debemos aceptar que las venganzas y zancadillas que hacen algunos bomberos a otros, son evidentes para todos, menos para los directores que aparentemente están en el limbo o asustados y temen revanchas por parte de los dioses, o posiblemente para exigir prebendas posteriores a cambio.
Cuando personajes se obnubilan con el poder sin buen criterio que otorga el “casco de la sabiduría” como la principal arma para destruir a críticos o posibles competidores y nadie es capaz de manifestarlo en los estamentos que correspondan para reenfocarlos o hacerlos pensar, hace sentir que la organización está enferma y que se puede esperar lo peor.
Nada de eso nos hace bien, el caudillismo no es suficiente ni apropiado, sobre todo en esta época.
Hoy se necesitan LIDERES competentes, capacitados, visionarios y con personalidad, que guíen a las instituciones con inteligencia y motivación positiva. Nuestros bomberos tienen el mejor de los ánimos, valentía y ganas de hacer las cosas bien y muchas veces los que los dirigen las echan a perder y los frustran.
Queda la sensación que camarillas se potencian entre sí para protegerse y mantener su posición. (Claro que esto no sucede sólo en bomberos)
Pero, como hemos dicho en ATINA BOMBEROS y todo ser medianamente educado sabe, existen la Constitución y las leyes que protegen los derechos ciudadanos, que están por sobre todo y si la ceguera o la estupidez no lo reconocen internamente, serán autoridades públicas las que enmienden el error, para desmedro de los bomberos y su organización.
Esta situación de falta en los estatutos o reglamentos comentada se da incluso en la Junta Nacional, donde existe un Tribunal de Honor, pero que puede tratar y juzgar sólo a cuerpos de bomberos que incurran en dos o tres situaciones claramente especificadas en los estatutos, pero no a los oficiales nacionales o regionales que puedan tener actitudes o actuaciones a todas vistas repudiables y/o condenables.
Pero como no hay un reglamento es difícil que se contravenga.
Ahí nuevamente aparece un directorio, al cual parece no importarle ordenar la situación, prefiriendo que todo lo solucione el que tiene el poder, delegando en su decisión y buen criterio, una responsabilidad que es del directorio.
En ATINA BOMBEROS estamos convencidos que mientras los directores no asuman su rol de dirigentes como cuerpo colegiado, se estará dejando brechas por donde se introducirán elementos e ideas externas que mucho mal hacen a los bomberos. Aún más las están invitando.
No se quiere entender o se soslaya que si alguien tiene el cargo de director está obligado a aportar y si no tiene aportes que hacer, no debe estar ahí, porque asistir sólo para dar quórum o hacer número perjudica a todos.
Cuando alguien que se sienta perjudicado se querelle contra todo un directorio, quizás la perspectiva cambie y ante la constitución y la ley, no hay poderes superiores...
Si entiendo bien, la totalidad de la corporación, osea todo el cuerpo de bomberos reunido, debería constituirse como segunda instancia de un Consejo de Disciplina.
Complicado lo encuentro, pero si fuera el camino en subsidio de tenerlo establecido en los estatutos...
Por diferentes razones estas correcciones a los reglamentos no se hacen con la urgencia que se debe y persisten los problemas, a pesar que entiendo que se dio un plazo para adecuarse y no se ha cumplido.
¿Y quién denuncia cuando los oficiales generales se exceden de sus límites, es decir de lo consignado en los estatutos y reglamentos?
Me parece que es una función absoluta del Directorio, que en el caso de los bomberos está conformado por los Oficiales Generales, (elegidos por TODOS los bomberos) y los directores de Compañía, (elegidos cada uno por sus propios bomberos)
Pero no se hace porque se espera que sea otro el que se atreva o se calla porque podría acarrearle la ira del jefe y las posteriores represalias, o porque sabe que “tiene ropa tendida” que podrían cobrarle si habla.
Por otro lado, debemos aceptar que las venganzas y zancadillas que hacen algunos bomberos a otros, son evidentes para todos, menos para los directores que aparentemente están en el limbo o asustados y temen revanchas por parte de los dioses, o posiblemente para exigir prebendas posteriores a cambio.
Cuando personajes se obnubilan con el poder sin buen criterio que otorga el “casco de la sabiduría” como la principal arma para destruir a críticos o posibles competidores y nadie es capaz de manifestarlo en los estamentos que correspondan para reenfocarlos o hacerlos pensar, hace sentir que la organización está enferma y que se puede esperar lo peor.
Nada de eso nos hace bien, el caudillismo no es suficiente ni apropiado, sobre todo en esta época.
Hoy se necesitan LIDERES competentes, capacitados, visionarios y con personalidad, que guíen a las instituciones con inteligencia y motivación positiva. Nuestros bomberos tienen el mejor de los ánimos, valentía y ganas de hacer las cosas bien y muchas veces los que los dirigen las echan a perder y los frustran.
Queda la sensación que camarillas se potencian entre sí para protegerse y mantener su posición. (Claro que esto no sucede sólo en bomberos)
Pero, como hemos dicho en ATINA BOMBEROS y todo ser medianamente educado sabe, existen la Constitución y las leyes que protegen los derechos ciudadanos, que están por sobre todo y si la ceguera o la estupidez no lo reconocen internamente, serán autoridades públicas las que enmienden el error, para desmedro de los bomberos y su organización.
Esta situación de falta en los estatutos o reglamentos comentada se da incluso en la Junta Nacional, donde existe un Tribunal de Honor, pero que puede tratar y juzgar sólo a cuerpos de bomberos que incurran en dos o tres situaciones claramente especificadas en los estatutos, pero no a los oficiales nacionales o regionales que puedan tener actitudes o actuaciones a todas vistas repudiables y/o condenables.
Pero como no hay un reglamento es difícil que se contravenga.
Ahí nuevamente aparece un directorio, al cual parece no importarle ordenar la situación, prefiriendo que todo lo solucione el que tiene el poder, delegando en su decisión y buen criterio, una responsabilidad que es del directorio.
En ATINA BOMBEROS estamos convencidos que mientras los directores no asuman su rol de dirigentes como cuerpo colegiado, se estará dejando brechas por donde se introducirán elementos e ideas externas que mucho mal hacen a los bomberos. Aún más las están invitando.
No se quiere entender o se soslaya que si alguien tiene el cargo de director está obligado a aportar y si no tiene aportes que hacer, no debe estar ahí, porque asistir sólo para dar quórum o hacer número perjudica a todos.
Cuando alguien que se sienta perjudicado se querelle contra todo un directorio, quizás la perspectiva cambie y ante la constitución y la ley, no hay poderes superiores...
ATINA BOMBEROS