ATINA BOMBEROS nunca dejará de sorprenderse de los
tantos bomberos, que en pleno siglo 21, todavía creen que basta tener ganas de
obtener un cargo para postular a él y con un buen cambullón lograrlo y hacerlo
bien.
Por la gran experiencia que tenemos en estas lides,
nos hemos convencido que para optar a un cargo de Oficial de Bomberos hay que
tener conocimientos, tiempo y deseos de asumirlo.
Cada cargo en sí requerirá de estas cualidades, con
mayor o menor importancia de acuerdo a lo alto del cargo, pero siempre serán
fundamentales, ya que el éxito o el
fracaso de su gestión se medirán por el proyecto sacado adelante.
En un mundo cada día más desafiante, abierto y
crítico, es imprescindible contar con las cualidades descritas para poder
realizar una gestión positiva.
En todas partes
las empresas con fines de lucro o de beneficencia, son manejadas por un
equipo de trabajo, liderado por el que debería ser el que con más
conocimientos, inteligencia y manejo consigue obtener de todos y cada uno lo
mejor para entregarlo en beneficio del proyecto que han ideado para mejorar la
institución que les interesa. Hoy no sirve ser el más simpático o el familiar
que desea o necesita el cargo: Debe haber profesionalismo.
Además siempre existirá un Directorio que velará
por la correcta marcha de la institución y el cumplimiento de los objetivos.
Por eso cada candidato a un cargo superior, llámese
Superintendente o Comandante, Director o Capitán, además de hacer notar sus
cualidades personales, debe dar a conocer el proyecto que desea abordar y el
equipo de personas capacitadas con que trabajará. Nadie puede esperar que su
solo esfuerzo pueda llevar al éxito por muy bueno que sea el proyecto.
Algunos Cuerpos lo han implementado con éxito.
Otros lo siguen intentando con altibajos
y otros simplemente se mantienen en la fórmula antigua de que el elegido sea el
que se movió mejor.
En la política también se da en las coaliciones, en
que para ganar se ignoran diferencias valóricas o de capacidad, privilegiando
el objetivo que es obtener el poder y para ello se necesitan votos, vengan de
donde vengan. Eso, lo sabemos bien, algunas veces ayuda pero en general
desdibuja o hace fracasar parte del proyecto.
Como lo hemos comprobado en Chile, cuando la
coalición gobernante es reelegida, no se producen muchos cambios ni críticas mayores,
ya que el sistema burocrático sigue funcionando con casi las mismas personas y
los cambios en la manera de pensar, en este caso la impronta del o la
presidente, hace cambios menores en su círculo más intimo y en puestos de
confianza. Cambian los énfasis, como sucede en las FFAA o en las empresas que
cambian Gerente General, pero se mantiene el pensamiento macro y la visión.
Por el contrario, si cambia la coalición como
sucedió, se producen roces por tener que incorporar personas con otras ideas al
aparato público, la salida de algunos antiguos que sabían hacer las cosas de un
modo, en fin, porque hay un cambio grande que produce el nuevo líder y su proyecto.
Otra situación es la que se vive entre los que
antes eran gobierno y ahora oposición, que se convierten en críticos de todo lo
que el nuevo régimen hace, ignorando si la situación cuestionada es obra del
nuevo gobierno o se arrastra del pasado.
Si es por una situación nueva que no les gusta, se
entiende. Si es por una situación que no
se arregló cuando los críticos eran gobierno, obliga a que los gobernantes en
ejercicio empiecen a defenderse echando la culpa a los anteriores. Y si
encuentran situaciones anómalas, haciendo investigaciones.
Todo es comprensible, pero tanto las denuncias reiteradas, como las
investigaciones a los casos pasados, hacen perder tiempo al gobierno y le
dificulta la expedita realización del proyecto que lo llevó al poder.
No decimos que no deban hacerse porque si hay más
que rastros de posibles delitos o anomalías graves hay que denunciarlos, ya que
la plata y el Estado son de todos los chilenos y nadie puede lucrar
indebidamente.
El problema entonces se centra en las prioridades:
Cuanto tiempo gastar en las investigaciones versus el cumplimiento del
proyecto. Claro que se pueden hacer
ambas cosas si se cuenta con un eficiente equipo y empoderado.
Algo muy similar ocurre con los Cuerpos de
Bomberos. Cuando existe una planificación estratégica, los cambios en el mando
en general mantienen la misma línea, con énfasis diferentes, pero siempre
construyendo.
Cuando no se tiene esa planificación puede darse el
cambio de mando de manera negativa si los nuevos oficiales tienen ideas muy
diferentes a los anteriores y todo lo anterior lo consideran mal hecho. Ahí se
corre un gran riego.
Y es allí
cuando el Directorio General, como máximo responsable del Cuerpo, debe asumir
su rol.
Para impulsar su proyecto, las nuevas autoridades
deben despejar dudas de problemas graves que pudieran existir de gestiones
pasadas, por lo que si es necesario deberán hacer una rápida revisión de lo que
encontraron y llamar a las autoridades salientes a explicar lo que no les
cuadra. Si no hay explicaciones válidas y razonables y se descubren situaciones
ilegales o que podrían constituir delitos, deben aplicarse los reglamentos o
hacer las denuncias a las autoridades y ya.
Esa acción debe ser prioritaria, urgente y no debe demorar más que unos
pocos meses.
Lo importante es no quedarse en las
investigaciones, ya que no siempre los bomberos son profesionales en las
materias que les toca abordar y pueden existir errores involuntarios. Además
todos sabemos que en bomberos hay bastantes que por animosidad o envidia,
convierten en enemigos a los que han hecho algo por el Cuerpo, provocándoles un
daño personal y moral muy injusto e
invaluable.
Una vez determinado lo importante, para agilizar su
gestión debe avanzarse rápidamente en implementar su proyecto, ya que el tiempo
al mando es corto y no hay certeza que se continúe si no hay reelección, la que
por lógica (que no siempre se da) debería estar supeditada al cumplimiento del
proyecto.
De persistirse en destruir y no en desarrollar el
proyecto, queda la duda: ¿Era tan bueno el proyecto presentado gracias al cual
resultó elegido?
¿O los electores habrán estudiado si el proyecto era factible?
O por último: ¿Había un proyecto o era sólo un
volador de luces para que apoyaran esa candidatura?
Con un jefe no muy competente, sesgado o prepotente, que obviamente se
colocará de inmediato el “casco de la sabiduría” y se sentirá un iluminado, sólo
podrá proteger al Cuerpo un Directorio compuesto de Bomberos comprometidos con él
y no con sus propias aspiraciones personales, lo que no es siempre fácil de
conseguir.
Pero lo más grave es que mientras dura esa gestión,
que podría ser auspiciosa o no dependiendo de la factibilidad lógica del proyecto que presentó, nadie dice nada,
apoyando, mejorando o criticando en el Directorio la marcha de la nueva oficialidad
y los directores se arrellenan en sus
sillas y ven pasar las sesiones como si ellos y las Compañías que representan
no estuvieran involucrados en los resultados previsibles.
Si cada vez que cambia un mando se parte de cero y
se desautoriza o desdeña todo lo hecho
anteriormente, incluidos los proyectos que el mismo directorio había aprobado a
los anteriores, el Cuerpo no tiene ningún otro futuro que ir cada día más mal.
Y el Directorio que normalmente permanece en un
gran porcentaje entre una administración y otra, es el gran responsable de la
inconsecuencia que se produce con estas situaciones.
Si los proyectos de la administración anterior que
estaban en desarrollo se olvidan y se archivan, sin importar los recursos que
se gastaron y lo avanzado con o por terceros ajenos al Cuerpo que se
interesaban en participar, el Directorio debería preocuparse y tomar acción. Está
en juego también la credibilidad del Cuerpo.
El Directorio como principal responsable de la
marcha de un Cuerpo según los estatutos, es
el gran equilibrador de las distintas gestiones, para hacer que el
Cuerpo crezca y se desarrolle, situación que irresponsablemente se ignora en
muchos Cuerpos de Bomberos, produciéndose crisis y despilfarro de los fondos institucionales, que con esta actitud nunca podrán ser suficientes.
¿Cómo puede darse que el Directorio autorice un
proyecto y un gasto a unos y los nuevos
lo desatiendan o desdeñen y nadie diga nada? Si no estaban de acuerdo antes, ¿por qué lo
aprobaron, muchas veces por unanimidad? Y si estaban de acuerdo, ¿por qué no exigen
que ahora se siga trabajando en ello?
Esa es la actitud que hunde a los Cuerpos. Nadie -
o muy pocos - en el directorio sienten que el Cuerpo es responsabilidad de
todos y que están sentados en esa silla para aportar y opinar y no están en una
sala de teatro viendo a actores que protagonizan una obra que en el fondo no le
afecta.
Es lo que una vez llamamos “coro de querubines”,
donde dicen a todo que sí no importándoles si es bueno o malo, si es
beneficioso para la institución o para el dirigente y en dos palabras, no
importándoles el Cuerpo.
Estarán pensando en cómo armar un nuevo cambullón
para llevar a otros que podrían hacerlo mejor para sus propios intereses ya que
lo que pase con el Cuerpo no interesa mucho.
Y así es como cuerpos que podrían ser señeros se
pierden la oportunidad de crecer y profesionalizarse.
Lamentablemente la gran mayoría de los cuerpos que
tienen problemas o vegetan negativamente, tienen malos directorios.
Y como ellos influirán en sus dirigidos para la
próxima elección, seguirá el círculo vicioso.
Que quede claro, en estas reflexiones no incluimos
a los Bomberos Activos, ya que ellos se preocupan de apagar incendios y hacer
rescates, es decir en servir y disfrutar de los niveles de adrenalina que les
provoca y no les importa quienes manejan
la institución, salvo si el Comandante es demasiado incompetente.
Nunca se va a poder progresar si no hay coherencia
entre lo que hacen unos y los que los reemplazan. No es entendible que un grupo
haya hecho todo tan mal o que los que llegan sean tan iluminados. ¿Qué había dicho el Directorio?
Y el directorio no dice nada. Ni cuando ha habido desfalcos.
Algún día los demandarán y no sabrán por qué. Creerán que el Superintendente es
el único que puede ir preso: ¿Y si el Directorio lo había autorizado?
Cuando se toman decisiones importantes, como son
aprobar proyectos de construcción de cuarteles, de constitución de sociedades,
de compra de material mayor, o grandes de menor, de hacer cambios
estructurales, etc. como lo indican los reglamentos, deben contar con la
aprobación del Directorio, que está compuesto por los Oficiales Generales y los
Directores de Compañía. ES DECIR TODOS.
Si el Directorio aprueba y la Oficialidad General
no lo tramita y ejecuta, está incumpliendo el reglamento y si el directorio no
lo exige, está actuando irresponsablemente.
Lo malo es que muchos directores creen que al ser
elegidas las nuevas autoridades del Cuerpo, los OOGG tienen autoridad para
hacer lo que les plazca, esté bien o mal y por lo mismo los directores deberán
apoyarlos aunque estén equivocados y perjudiquen al Cuerpo.
O sea no entienden nada de su función o no les
importa.
Dura tarea es la de la Junta Nacional de Bomberos
para representar ante el Gobierno a los Bomberos de Chile.
Con la forma de actuar que denunciamos son pocos
los Cuerpos preparados para sobrevivir en el Siglo XXI
ATINA
BOMBEROS