02 marzo, 2006

El "casco de la sabiduría" y algunas consecuencias


Para presidir o gerenciar una empresa se necesita poseer una serie de requisitos, indispensables para conducirla eficiente y eficazmente al objetivo determinado por su Misión.

El seleccionador debe buscar al candidato adecuado para ocupar el cargo vacante.

Esto supone que el cargo está definido por el directorio o gerencia de la empresa según sea el caso, en cuanto a lo que se espera de él, los parámetros en que se deberá realizar la gestión y las atribuciones y responsabilidades que conlleva, además de las compensaciones (remuneración, regalías y beneficios) con las que se retribuirá.

Para postular se requiere obligadamente cumplir con lo que en inglés se denomina Know-How o conocimientos (estudios formales y experiencia anterior en cargos similares) que se definen de acuerdo al perfil del cargo, ya que se parte de la base que “se piensa con lo que se sabe”.

Después de contratado, su performance será evaluada semestral o anualmente por la superioridad, revisándose los puntos que podrían mejorarse y la capacitación que se requeriría y eso se conviene de común acuerdo entre las partes.

Con esta breve y modesta introducción en selección de personal que creo importante consignar, pasamos al tema ya tan comentado en estos artículos y por el que tan poco se ha hecho eficientemente.

¿Qué tiene que ver esto con nosotros?

Que como se ha dicho también en otros artículos anteriores, al igual que para varias otras actividades no remuneradas, no siempre es posible reclutar y elegir a los mejores para ser jefes, porque muchas veces los que tienen los conocimientos no tienen tiempo ni interés y hay que quedarse con los que tienen tiempo y deseos de asumir el cargo, aunque con conocimientos débiles o enfocados sólo a un aspecto del cargo.

Obviamente que cuando las instituciones son más grandes el problema es más dramático.

Esto hace que sin quererlo así, tanto los elegidos como los electores no estén concientes de los errores, involuntarios en su mayoría, que se cometerán por la falta de calificación necesaria y de la consecuencia de éstos para el prestigio y funcionamiento de la institución..

Como no hay una malla curricular exigida para los cargos de Oficiales de Bomberos, muchas veces se eligen a personas con determinadas y destacadas características para algo en particular y se extrapola que debe ser bueno para todo. Algunas veces resulta, pero la mayoría no.

Y esto no pasa sólo con los bomberos. Hay montones de casos en que un excelente vendedor ha fracasado como gerente o un acucioso contador ha sido fatal como gerente de finanzas o un especializado mecánico ha arruinado su carrera siendo un mal jefe.

Es lo que se llama límite o nivel de competencia, aplicándose tanto a avanzar en la carrera más allá de su capacidad o asumir posiciones que no domina en su totalidad.

Este tema lo hemos abordado mucho en este Atina Bomberos, sobre todo cuando se trata de los problemas que acarrea la autonomía de los Cuerpos, ya que deja a sus dirigentes con el poder absoluto para hacer las cosas a su manera, sin estar bien capacitados necesariamente.

Como seres humanos y quizás por ese hermoso afán de servir, muchas veces los Bomberos nos equivocamos al poner nuestras propias convicciones, deseos y anhelos sobre la justicia y la equidad o por sobre lo que la ley y los reglamentos disponen.

A esta situación es la que llamamos colocarse “el casco de la sabiduría”: tan fácil de ponerse en la cabeza y tan difícil de utilizarlo bien: “Fui elegido para el cargo superior por lo que soy el dueño del mando y de la verdad”. “Ya no necesito mas conocimientos, consejos ni reproches”. “Soy la ley por lo que el que no está conmigo está contra mí y por lo mismo contra la institución”. “Los que me antecedieron no fueron suficientemente inteligentes o perspicaces” o “fueron desordenados y blandos en cuanto a la disciplina, esto lo arreglo yo”. “Poco hay que rescatar de lo hecho por otros”; “No sirve la experiencia de otros”. En dos palabras, “por suerte para ellos llegué yo...”

Y pobre del que se oponga aunque sea de buena forma y de acuerdo a la normativa vigente.

Lamentablemente por la misma conformación de la impronta bomberil, se mezclan natural y fácilmente conceptos verdaderos y falsos, disciplinas anheladas con derechos civiles; régimen semi militar con voluntariado; prioridades algunas veces contrapuestas entre servicio, trabajo y familia; honor y lealtad con abusos de poder; profesión particular con cargo bomberil; Reglamentos o códigos éticos contrapuestos con el ejercicio de una profesión; relaciones de trabajo particulares con cargos de oficiales, y tantas otras.

Por la particular conformación aludida se da el caso que bomberos rasos u oficiales de menor grado, son jefes en la vida laboral de oficiales superiores, lo que produce algunas veces situaciones francamente inverosímiles en cuanto al real poder de unos y otros.

En los aspectos de administración financiera y de la disciplina, tanto hacia los Bomberos como el personal rentado que además se rige por el Código del Trabajo, como lo hemos consignado tantas veces, es donde se producen los principales problemas, originando cada vez mas intervenciones del Poder Judicial al analizar y resolver Recursos de Protección o fallar sobre actuaciones legalmente incorrectas o no ajustadas a la norma que rige la institucionalidad particular de los Cuerpos.

Si se revisa la página Web del Poder Judicial, buscando “Bomberos” en el listado de causas, se ven mas de 30 casos en las Cortes de Apelaciones y otros tantos en diferentes juzgados por diversas razones, que lamentablemente son bien actuales, aparentemente aumentando en cantidad con el tiempo, lo que reafirma la presunción que algo no está funcionando bien en estos aspectos.

Además están los Recursos Administrativos que se presentan directamente al Ministerio de Justicia por aplicación indebida de disciplina sin observar las normas del debido proceso.

Es sin dudas inquietante esta realidad y como decía no se ve que tienda a mejorar, ya que “el casco de la sabiduría” está mas vigente que nunca en los bomberos y los que lo ostentan no alcanzan a divisar como sus acciones perjudican a la institucionalidad toda.

Esta judicalización de temas bomberiles tan importantes, atenta directamente contra la autonomía de la institución y produce una serie de gastos en abogados y juicios que bien podrían evitarse, además de enemistades evitables.

Y lo peor es que por una mal entendida disciplina se acatan sin pensarlo siquiera, decisiones equivocadas o torpes y nadie se atreve a contradecirlas porque podría considerarse falta a la disciplina.

Está claro que debe existir la disciplina como en toda institución jerarquizada y de servicio público, pero debe ser conforme a las normas legales y estatutarias y no sin restricción alguna o de acuerdo al criterio del ciudadano que tenga puesto el “casco de la sabiduría” en ese momento.

Lo curioso es que en todas las instituciones que ocurre este defecto, los directorios se hacen los sordos oficialmente y sus integrantes olvidando su responsabilidad directa, por detrás comentan y hacen proyectos, que nunca se concretan, convirtiéndose en cómplices de los errores, quizás esperando que se dé vuelta la tortilla a favor de ellos, pero claramente en contra de los intereses de la institución.

Para ser jefe de bomberos, no sólo hay que saber apagar incendios o hacer rescates o ser experto en Hazmat sino que hay que tener conocimientos de administración, de reglamentos, de legislación y liderazgo y sobre todo, humildad y capacidad de escuchar y pedir ayuda en lo que se desconoce o ante una duda, lo que el “casco de la sabiduría” no permite ya que significaría perder autoridad.

Mientras no se exija una malla curricular que contemple conocimientos mínimos de administración, este problema persistirá y se acrecentará, porque cada día hay mayores inquietudes sobre el correcto funcionamiento de las instituciones y de los derechos civiles, lo que se ha visto también hasta en las fuerzas armadas, que aún teniendo legislación propia no pueden ignorar derechos de las personas, como por ejemplo ante el embarazo de funcionarias como se ha visto en la prensa.
También se debería mirar y ver lo que está pasando con el Ejército , sus autoridades y prácticas y como se van manejando las situaciones. Sin dudas los tiempos han cambiado y lo seguirán haciendo.
Nosotros que somos tan democráticos en nuestra forma de elegirnos y respetarnos, algunas veces somos más dictatoriales que nadie en nuestro actuar. ¿Qué ejemplo les dejamos a los bomberos jóvenes?

Deben modificarse los estatutos de los Cuerpos incorporando Consejos o Tribunales de Disciplina, con defensores calificados, con penalidad conocida e instancias de apelación. Al no existir estas últimas se cae en la judicalización o en la intervención del Ministerio de Justicia, haciendo aparecer la autonomía como debilitada y en peligro.

Debe revisarse y corregirse esta situación con altura de miras y autocrítica ya que debemos ser los mismos Bomberos los que solucionemos bien nuestras falencias.

La Ley rige para todos: “Nadie está sobre la Ley” dicen algunos. Los Bomberos no tenemos una legislación propia, que se requiere también con urgencia, pero aunque la obtengamos siempre la Constitución estará por encima de ella.

Y para las corporaciones de derecho privado como los Bomberos, nuestros estatutos y reglamentos son nuestra ley particular, que nunca estará por sobre la general, pero que nos obliga también a cumplirla.

¿Y los Directorios? ¿Son meras comparsas? No se olviden que son la cabeza máxima de la organización....

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

señor gagliardo, comandante de valparaiso, lea este articulo con mucho cuidado y haber si aprende algo..................

13/4/06 16:12  
Anonymous Anónimo said...

te felicito Domingo, por tus comentarios tan centrados y tan transparentes. Ojalá este artículo lo lean todos los bomberos, ya que a todos nos toca algo.
Felicidades y sigue en este camino ya que cuentas con mi apoyo

germán Arcos
Honorario Bomba España

10/5/06 21:55  

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