17 noviembre, 2005

Los Bomberos, ¿somos sólo una ONG más?


Si usted escribe en el buscador Google Chile en Internet, la sigla ONG, le ofrecerá 17.200.000 resultados. (sí, diecisiete millones doscientos mil resultados) al 16 de Noviembre 2005

Si entra en el Portal ONG encontrará que en el Directorio ONG, en General, aparece Bomberos de Chile y podrá acceder a su página web.

Es decir, somos una ONG, lo que en estricta descripción es cierto, ya que somos no gubernamentales.

¿Pero somos sólo una más?

La historia señala que en Chile la situación financiera de Bomberos ha sido prácticamente la misma desde un decreto emitido por el gobernador Ambrosio O`Higgins, que conminaba a los habitantes de la ciudad de Valparaíso a combatir ellos mismos las “situaciones de fuego” y que, con posterioridad, derivó en la creación de los denominados Batallones Cívicos.

Vale decir, a lo largo del devenir patrio el compromiso financiero del Estado con Bomberos siempre ha sido mínimo.

Un artículo publicado por María Teresa Figari en Revista Archivium (año 3, Nº4), titulado “El Cuerpo de bomberos de Valparaíso: de lo pragmático a lo valórico” da cuenta que en diciembre de 1838 se publicó en El Mercurio de Valparaíso, por iniciativa del gremio comercial, el “Reglamento de Bombas de incendio”.

Aprobado por la autoridad de entonces, el documento rezaba: “el Sr. Gobernador y Comandante General de la Marina, se ha servido pasar a los Directores de la Sala Comercial de este Puerto, la siguiente comunicación.

Gobierno Departamental de Valparaíso, Diciembre 4 de 1838...
El Señor Intendente de la Provincia con fecha 28 de Noviembre próximo pasado me dice lo que copio. Con fecha de anteayer, se me ha comunicado por el Ministerio del Interior el siguiente decreto aprobatorio del reglamento de bombas de incendio, que debe regir en este puerto... Por cuanto el Intendente de Santiago me ha presentado el siguiente reglamento para el uso de bombas de incendio en Valparaíso formado por los directores de la sala comercial de este puerto”.

De lo expuesto en ese documento se desprende que a pesar de que el Estado chileno se encargó del funcionamiento de las bombas de incendio a través de los municipios, la autoridad pidió a la población que asumiera el financiamiento de los bomberos.

“En consecuencia pues de lo que previenen los art. 1 y 2 del Reglamento Orgánico, se invita en especial a los dueños de fincas en este puerto y en el Almendral, y en general a todas las personas que quieran concurrir al tan loable como benéfico fin de evitar, o por lo menos aminorar los desastres que ocasionan los incendios, se sirvan concurrir a la Bolsa Comercial a suscribirse con las cantidades que tengan por conveniente”.

Este fenómeno de la falta de compromiso del Estado chileno con Bomberos resulta interesante de analizar, porque establece una dura realidad: que ese “des-compromiso” al ser del Estado es también de todos los chilenos. Pues, no hay Estado sin ciudadanos, pese a quien le pese y aunque Luis XIV haya dicho otra cosa.

Y los ciudadanos votan y pagan impuestos, pero tampoco les preocupa, porque parece que somos una isla o un cuerpo celestial que le gusta preocuparse de la seguridad de los otros.

Este artículo no pretende enseñar ni recordar historia, pero es curioso constatar que en la historia de nuestra Patria, el Estado haya tenido respecto a los Bomberos, siempre una actitud a lo más de subsidiariedad.

Es cierto que el servicio bomberil voluntario se gestó entre comerciantes y vecinos poderosos que sufrían grandes pérdidas de sus bienes con los incendios. Pero también es cierto que esas personas en los 154 años que lleva esta actividad, no se han mantenido a cargo de este servicio, muy por el contrario, hoy los Bomberos son gente de clase media y media baja en su gran mayoría.

Debido a la modernidad, los bomberos han debido adecuarse a los nuevos requerimientos y lo han hecho bien, a costa de sus propios esfuerzos.

Para nadie puede ser una novedad recordar que en un principio las casas se construían mayormente en madera y adobe y las alfombras, cortinas y tapices en lana o algodón. Todos materiales naturales y nobles.

Tampoco es novedad saber que la construcción aumentó en altura y los elementos estructurales y de alhajamiento se modificaron sustancialmente utilizándose muchos derivados del petróleo de alta combustión y toxicidad al quemarse.

Todo lo anterior afectó el trabajo de los bomberos, quienes tuvieron que acceder a escaleras telescópicas, equipos de respiración autónoma en vez de toallas y otros elementos de protección para los Voluntarios

Por otro lado los rescates vehiculares pasaron a ser una labor del día a día bomberil, para la cual se necesitan herramientas especializadas de extricación, no bastando el chuzo y el hacha que se utilizaron primeramente en forma amateur y sólo bien intencionada.

Y para completar el cuadro, la irrupción de los elementos químicos que son transportados en barcos, trenes y todas las carreteras del país, o que se almacenan en fábricas, que requieren de espumas y equipamiento especial para los Bomberos.

Todo lo que utilizan los Bomberos hoy día, es sumamente caro, no por habernos puesto sofisticados sino porque no hay otra forma de atacar las emergencias actuales con una mínima seguridad y eficiencia.

Cualquier lego puede notar esto, menos el Estado, que graciosamente a lo más puede aumentar algún ítem de “Ayuda” para algo determinado, a costa del mínimo reajuste del IPC a las subvenciones que podría entregarse y que tampoco se da.

Pero esto sería seguir hablando del mismo tema, de la tan recurrente ausencia de financiamiento. Es real, la plata es poca, se reparte mal, pero es difícil repartirla mejor si no se aumentan las subvenciones que reciben los Cuerpos.

Pero el futuro se ve peor.

Ya hemos hablado de la falta de una legislación especial y global que reconozca a los Bomberos como un Servicio de Utilidad Pública, que debe ser mas eficiente y razonablemente financiado por el Estado, pero no hay atisbos que haya algún interés en concretarla.

Por el contrario, se dictó la Ley 19.862 de 2003, que crea el Registro de ONG y el Decreto 375 del Ministerio de Hacienda que reglamenta ese Registro.

Todos los Cuerpos de Bomberos debieron registrarse y cumplir con lo solicitado, de lo contrario perderían la escasa subvención que reciben.

Nadie dijo nada. No hubo una sola voz que protestara. Ninguna autoridad bomberil calificada o legislador interesado en este servicio dijo nada... es una Ley.

Pero, ¿Es justo meter en un mismo saco un servicio de seguridad que es obligación del Estado proveer, junto a cualquier grupo de personas bien intencionadas que se preocupan de algo que ocurre, como pueden ser muchísimas de los miles de ONG registradas en Chile?.

No tengo ningún prejuicio contra las ONG, creo que hay de todo y también estoy de acuerdo que cualquiera que quiera formar una, tiene el derecho de hacerlo.

Lo que me indigna es que para el Estado seamos sólo eso.

Y algún día nos meterán en una misma ley que subvencione a las ONG y nos sacarán parte de nuestra escuálida subvención para repartirla entre todas.

Y esto no es aislado, es cierto que se han dictado diferentes leyes que “favorecen”, “ayudan” a los Bomberos, pero hay por lo menos un ex muy importante funcionario de Gobierno, no del actual hasta donde sé, que le dijo a una alta autoridad bomberil:

”OIGA, ACUERDESE QUE USTEDES SON BOMBEROS PORQUE LES GUSTA”

(Nunca me han querido dar el nombre del preclaro funcionario)

El problema es que quizás muchos pensarán lo mismo y sólo no lo dicen. Cuando la Prensa les pregunta su opinión, dicen que somos un ejemplo de civismo, de altruismo, de civilidad organizada, de ciudadanos solidarios, de héroes anónimos, que se sienten orgullosos, que nos admiran etc. pero ninguno se compromete de verdad.

Muchos se encogen de hombros y moviendo la cabeza dicen, “Hay que hacer algo”.

Pero ¿qué? El Estado no cuenta con un servicio fiscal o municipal que haga nuestra labor ni tiene los medios para reemplazarnos.

Damos confianza, seguridad, estamos siempre disponibles, no cobramos horas extra, no hacemos huelgas y además somos baratísimos. ¿Estarán probando para ver hasta donde resistimos? ¿Tendrán otra solución?

¿Somos iguales a los “Amigos de las mariposas amarillas”?


PS. Agradezco al periodista Sr. Gonzalo Battocchio los interesantes antecedentes históricos aportados.