28 octubre, 2005

La deficiente administración de algunos jefes


En el inicio de estos artículos, indiqué que la situación bomberil en Chile tenía tres actores, que eran el Estado, las Organizaciones Bomberiles y los Bomberos.

Del Estado ya me he referido algo y para cambiar un poco de actor, creo que es interesante meditar ahora sobre las directivas de las Organizaciones Bomberiles.

Para los que no sepan, los Bomberos chilenos somos una institución absolutamente democrática, donde elegimos cada cierto período de tiempo determinado, a las autoridades que nos van a regir por ese lapso, uno ó dos años según lo determinen los estatutos de cada organización, Cuerpos o Junta Nacional. Las Compañías funcionan de acuerdo al estatuto del Cuerpo a que pertenecen.

El sistema de votación también depende de cada estatuto, pero en todos participan todos los Bomberos de una manera mas o menos directa.

El Bombero que ejerce un cargo, al término de su período puede ser reelegido, elegido para otro cargo o volver a la sola calidad de Bombero, no reteniendo posiciones o grados. Sólo algunos Cuerpos limitan los períodos sucesivos de reelección.

Para ciertos cargos, sobre todo los ejecutivos como Comandantes y Capitanes, normalmente se exige la experiencia de cargos de mando inferiores. Para los cargos administrativos en general son menores los requisitos.

Los Bomberos funcionan en una estructura jerárquica y disciplinada, donde como se acepta, lo voluntario existe sólo para ingresar y renunciar a la institución. El resto es absolutamente obligatorio, como debe ser en un servicio de seguridad ciudadana.

La casi total ausencia de mallas curriculares para acceder a los cargos permite que algunas veces se elija a personas no muy idóneas, debido muchas veces a que no hay otros mejores.

Los cargos de Oficiales de Bomberos, para ejercerlos bien requieren disponer de tiempo, lo que no siempre se da por el propio trabajo diario de las personas.

Un Oficial debería ser una persona con conocimientos para el cargo, disponer de tiempo y querer ejercerlo.

Para una persona ajena al bomberismo puede resultar curioso, pero se da bastante, que haya personas capacitadas que prefieren ser sólo Bomberos, ya que a eso ingresaron y no tienen interés en asumir mayores responsabilidades. ¿Egoísmo o comodidad? Eso es problema de cada uno.

Por eso se da algunas o muchas veces que hay que elegir a personas que no son las más capacitadas, pero tienen tiempo y deseos de ejercer un cargo.

Ese es un gran problema y muy recurrente, pero en general no es grave hasta que las personas ejercen el cargo por muchos años y empiezan a sentirse dueños de éste y de la institución.

Ahí, como en casi todo, se mezclan o confunden las ideas, las buenas y malas costumbres y los intereses personales formándose la famosa “burbuja” en la cual se siente poder, sabiduría, autoridad e impermeabilidad.

Claramente hay que trabajar en obtener mallas curriculares para todos los cargos directivos de los Bomberos, los que deben considerar administración, liderazgo y conocimientos contables básicos.

En la parte operativa se ha avanzado más, quizás porque es la parte que le gusta y le interesa a los voluntarios y gracias a Dios es en ese aspecto donde se producen las mayores satisfacciones de este servicio, además que es donde se arriesga la vida del Bombero.

Existe una Academia Nacional de Bomberos, que cuenta con Instructores que imparten cursos normalizados a los Voluntarios de los Cuerpos que lo solicitan, lo que es muy bueno, existiendo varios cursos de gran calidad. Lamentablemente por esto de la autonomía de los Cuerpos, no existe la obligación de capacitarse y no hay un ente que la obligue, perdiéndose en muchos casos eficiencia y pudiendo poner en peligro la integridad física de los Bomberos, lo que no ocurre mucho porque todos los Bomberos asisten a algún curso.

Los Cuerpos grandes tienen sus propios departamentos de capacitación muy completos, los que instruyen a sus Bomberos y cuyos cursos algunas veces están homologados con los de la Academia. En todos eso sí, faltan o son mínimos los temas de administración.

¿Por qué la preocupación en este aspecto?:

Porque es justamente en esta área donde se producen los principales problemas de los Cuerpos, sobre todo de los mas pequeños, donde personas bien intencionadas intentan hacer las cosas a su manera y se equivocan provocando serias situaciones que algunas veces terminan en la Justicia Ordinaria, incluida la laboral.

Es así como en el aspecto económico no siempre se cumplen las instrucciones de los entes fiscalizadores, ya sea por parte de la Superintendencia de Valores y Seguros o de la Junta Nacional en los items que administra ella y en algunos casos hay problemas con los recursos propios de los mismos Cuerpos.

Pero también se llega a la Justicia Ordinaria por el incumplimiento de los Estatutos de los Cuerpos, que pueden ser mas o menos buenos, pero no siempre se cumplen. Aquí encontramos quizás la mayor debilidad y que produce los problemas mas de fondo que amenazan una parte importante de la autonomía bomberil.

Cuando no se es competente o se está en la “burbuja”, se estima que todos los problemas se manejan o solucionan de acuerdo a lo que uno cree mejor, sin importar tanto lo que está escrito, produciéndose inequidades o decisiones absolutamente personales que chocan con la legalidad tanto bomberil como nacional.

Entonces se discrimina con los recursos o con las decisiones, se castiga o se autoriza antirreglamentariamente y al no existir instancias obligatorias de apelación, los perjudicados van a la Justicia Ordinaria, produciéndose situaciones muy perjudiciales para la institucionalidad bomberil en general.

Está claro que por ser los Cuerpos corporaciones privadas, al ingresar a ellos se acepta lo que está estatuido, incluida la administración de la disciplina, por lo que no cabrían otros recursos, pero cuando ésta es la que falla, inevitablemente hay personas que recurren a la Justicia, dañando la autonomía de la corporación cuando el fallo es adverso, pero además mostrando que el sistema no está funcionando correctamente.

El sistema en sí no está mal diseñado, por el contrario, ha funcionado con pocos cambios fundamentales en 150 años. Necesita algunos ajustes, como por ejemplo las apelaciones a las sanciones, pero funciona.

Lo que más ha cambiado es la calidad de algunas de las personas a cargo y eso es lo preocupante.

El que está a cargo no es el dueño de la institución, pero muchas veces actúa como si lo fuera y los que lo secundan no toman conciencia que ellos también son responsables de cómo se actúe y se limitan a aprobar lo que hace, dejando la institucionalidad en muy precarias condiciones de seguridad y sin autocrítica.

La institucionalidad bomberil funciona de acuerdo a lo que las mismas organizaciones se dan y en ausencia de disposiciones específicas, se debe ir al Título 33 del Libro Primero del Código Civil y a lo dispuesto en el Reglamento sobre personalidad jurídica.

Cuando se produce un conflicto entre lo que dicen los estatutos y lo que hacen las autoridades, sobre todo en temas disciplinarios, se puede caer en el Título 33 y es lo que en algunos casos ha fallado la Justicia, poniendo en entredicho la calidad de la justicia en la institucionalidad bomberil.

Por eso el cuidado en el cumplimiento de los Estatutos de cada organización es fundamental para mantener esta institucionalidad y esa es una labor de todos los Bomberos, no sólo de los Superintendentes.

Este es un tema de principal preocupación. Se produce una mal entendida subordinación que incluso acepta lo antirreglamentario o casi ilícito sólo por que lo dice el jefe, no cuestionando con el respeto que se debe y por los canales adecuados, las dudosas o malas actuaciones que al final comprometen no sólo a las personas sino que a toda la institución.

Tampoco se plantean derechamente las discrepancias, ya que también puede ser tomado por el jefe como una falta de disciplina, de respeto o de lealtad, castigable con severidad por el que ostenta “el casco de la sabiduría” y se opta por comentar en pasillos o por detrás las situaciones, perdiéndose la oportunidad de evitar agravamientos de algunas o entregar contribuciones que ayuden a mejorar

Con toda la democracia estructural de los Bomberos chilenos, nos equivocamos en cuestiones tan importantes, produciéndose heridas, malos sentimientos y rencores que muchas veces, cuando se cambian las autoridades, de acuerdo a la ley del péndulo, golpean con la misma fiereza e ilegitimidad a los que salen, siguiéndose con el círculo vicioso.

Si no se profesionaliza y supervisa la administración en general y la financiera y de disciplina en particular, se debilitará peligrosamente el sistema institucional bomberil.

Es otro de los problemas de la autonomía de los Cuerpos, autonomía que por ser un tema en sí, trataré en un artículo aparte.